Lo admito, me gusta mucho
mi cumpleaños: Me gusta que me saluden, me gustan los regalitos y que se
acuerden de mí. Es mi día favorito del año, y lo que más me gusta es
celebrarlo.
Por eso, cuando vi que los
40 años se acercaban temerosamente decidí que mi fiesta iba a ser épica, con
algo de la esencia que tuvo mi boda: gente querida de distintas partes del
mundo unidas para celebrar.
Estaba tan emocionada con
el tema que empecé a invitar a gente hace dos años, y en noviembre (¡8 meses
antes de la fecha!) me puse a buscar dónde y cómo hacer la fiesta.
Yo creía que iba todo más
o menos bien, pero resulta que el lunes pasado, cinco días antes de la
celebración, me encontré con la sorpresa que quien yo creía que me la iba a organizar
me dijo que no lo hacía (pese a haber dicho la semana anterior que “tranquila”).
Después de ese pequeño
traspié (y un momento de pánico inicial), debo decir que la fiesta fue todo lo
que yo quería: más que memorable.
Por eso, pese a que llevo
mucho tiempo sin publicar en el blog, me parece más que necesario hacerlo hoy y
agradecer a toda la gente que me dio una mano, que trabajó duro y realmente muy
bien, con muy poco tiempo y que tuvo una capacidad de reacción increíble, con
lo que lograron que la fiesta fuera un éxito. Unos profesionales de verdad.
Tengo que dar las gracias
a Noel Vela de Encoctelart (aquí su Facebook), un coctelero con el que había
trabajado antes en un evento y del que todos habían quedado enamorados. Digamos que en el mundo hay cocteleros, y luego, está Noel. No sólo sus cocteles están buenísimos, si no que los prepara entreteniendo al
público: Hace bebidas de colores, invita a la gente a participar en lo que él
está haciendo… ¡y hasta hace magia (pero de la buena)! La suerte hizo que
estuviera disponible y encantado de ayudar.
Me dieron una mano también
las chicas de The Good Food Company, que venían muy recomendadas y se portaron
de las mil maravillas. Catalina fue rapidísima: El martes cerramos el tema y el
sábado estaban aquí dando de comer a todos los invitados. Además, las chicas
que estuvieron en la cocina son increíbles. Gracias a las Palomas y a Carmen.
Su trabajo es impecable, y todo estaba riquísimo. ¡Puedo incluso decir que su
brownie compite con el mío!
Y claro, una buena fiesta
no lo es si no hay baile, pero sabía que mezclar a tanta gente de distintos
lugares y animarlos a todos a bailar podía ser un trabajo difícil. Se lo pedí a
los chicos de Bailamás, que es el sitio al que voy a hacer ejercicios bailando,
y a donde me escapo cada vez que puedo. Mare y Alex, los profes, son
absolutamente geniales, nos llenaron la casa de música y alegría y hasta
consiguieron que los franceses dieran pasitos de flamenco con una sonrisa de
oreja a oreja. Son la bomba, y la energía que transmiten es más que contagiosa.
Además de esto, como había
gente que venía de fuera con niños que no tenía con quién dejar, y mi hija
quería ser parte de la fiesta, me puse como loca a buscar canguros que se
quedaran con ellos mientras los grandes nos divertíamos. Iván de Bepoppins me
dio una mano, y me mandó a unas chicas majísimas y perfectas para la tarea. Sé
que mi hija se lo pasó genial: Jugó, pero también bailó y rió, y luego se la
llevaron a dormir, sin que yo, ni ninguno de los otros padres, tuviéramos que
ocuparnos.
La decoración (farolillos,
pompones, etc) y el cotillón (no hay una buena fiesta sin un buen cotillón) los
compré en Aire de fiesta, y llegó de un día para el otro. Las luces de discoteca
(sí, ¡quería luces de discoteca!) las encontré en la tienda de los chinos y
dieron un ambientazo increíble. Todo muy simple y muy muy bonito.
Quería agradecer también a:
Inma de Fiestas conGlamour, que aunque no haya participado finalmente en la fiesta, me dedicó un
ratito para buscar lugares donde hacerla.
A Paula, por mostrarme su preciosa casa.
A Agustín, por estar hasta altas horas de la noche llevando y trayendo gente.
A Agustín, por estar hasta altas horas de la noche llevando y trayendo gente.
A Marisa, de Bailamás, que
estuvo muy pendiente de mí toda la semana.
A las mamis del cole de mi
hija, que salieron en mi ayuda en el primer momento de pánico dándome ideas, y
posibles personas que pudieran organizar esto en poco tiempo.
Y mi querida amiga Paula, que me
acompañó a ver sitios y a buscar la bendita bola de discoteca por medio Madrid,
pero que además sostuvo la fiesta mientras yo estaba en el hospital después de
mi pequeño encuentro con la avispa (eso queda para otro capítulo).
Gracias a todos los que
ayudaron, a todos los que se quedaron con las ganas de venir, pero que me acompañaron desde lejos, y sobre todo, mil gracias a todos los que vinieron y se lo pasaron como yo
quería: en Grande.
P.D. Esta ha sido una de
las dos fiesta que he tenido estos días, de la otra (la #PerikasParty) hablaré
un poquito más adelante, cuando esté más preparada para contar todo lo que ella
implica…