Un picoteo clásico en los cumpleaños y reuniones de Lima es, entre otras comidas, el "sanguchito" de pollo (escrito así, no creas que me he equivocado). Esto es algo que me he traído a Madrid, junto con la costumbre de cortar la "torta" de la manera que explicó en su post mi amiga Remorada.
Pero la verdad es que casi siempre los preparo con algo de miedo: tengo la impresión de que los padres españoles no suelen comer mucho en las fiestas infantiles, y que los niños no miran con buenos ojos nada que no sea sandwiches de nutella o gusanitos. El asunto es que siempre me llevo la sorpresa de que, al terminar la fiesta, no queda nunca ni uno sólo de los sanguchitos de pollo que preparé.
Te cuento cómo los hago: